Siempre he temido
a las horas añejas
de amargura estridente,
y penumbra cotidiana.
A la escasez de palabras,
al quejido de un adiós.
Donde el luto vierte sus alas
sobre trozos mortales.
Y es ahí cuando
ya no quedan recuerdos,
ni vidas materiales,
de instantes gloriosos
Bañados en prismas de lucidez.
Sólo un inmenso dolor,
que se confunde con
la euforia sometida;
y un sosiego de libertad
amargo y puro,
Catado en cenizas.
a las horas añejas
de amargura estridente,
y penumbra cotidiana.
A la escasez de palabras,
al quejido de un adiós.
Donde el luto vierte sus alas
sobre trozos mortales.
Y es ahí cuando
ya no quedan recuerdos,
ni vidas materiales,
de instantes gloriosos
Bañados en prismas de lucidez.
Sólo un inmenso dolor,
que se confunde con
la euforia sometida;
y un sosiego de libertad
amargo y puro,
Catado en cenizas.
siempre el temor ronda silencio y parece no dar chance de nada... sin embargo, creo que no puede meterse en el recuerdo, por lo que a esas aparentes cenizas no las toca nada
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