a la prima que un día cualquiera
se obsesionó con el tiempo...
se obsesionó con el tiempo...
Una vez,
luché con mi destino,
sentí la algarabía del suicida,
el humo de los parpados pesados,
la trágica voz del placer.
Luego,
le compré momentos al tiempo
para adularlos con mi memoria;
le puse nombre a las emociones,
inventé lo paradójico del destino.
Y aun así,
Dios le permitió al tiempo
robarle noches al sol;
el pasado le promete al hoy
un futuro mejor.
Y yo sigo con mi taza de café,
entre sorbos de tiempo.